Rubén Darío

 
Nació en Metapa, Nicaragua, que hoy lleva el nombre de Ciudad Darío, el 18 de enero de 1867. Sus padres, Rosa Sarmiento y Manuel García, se separaron cuando era apenas un niño, y fue criado por sus abuelos en León, lugar al que siempre consideró el de su origen.

Con apenas 14 años, su abuela lo presentó en Managua, donde fue reconocido por sus dotes literarias y artísticas, como un prodigio. Era creativo, memorioso, recitaba poesía y leía a poetas franceses.
Viajó por Europa y América, representando a su país, como cónsul y embajador. Representó al gobierno nicaragüense en 1892, en los actos de celebración del IV centenario del descubrimiento de América. Así fue siendo reconocido a nivel mundial, fama que fue creciendo tras sucesivos viajes por Estados Unidos, Chile, Francia y Argentina, donde tras radicarse en Buenos Aires, colaboró con el diario "La Nación", lo que le permitió volver a España en 1898, como corresponsal.

“No dejes apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria; trabaja, aspira, tiende siempre hacia la altura”
― Rubén Darío
Tras su paso por París, su poesía se volvió más universal, ya que los poetas parnasianos y simbolistas dejaron su impronta en su creatividad. Abundaron en sus obras imágenes exóticas, metáforas, símbolos y figuras retóricas. Fue proclamado por sus colegas como el padre del modernismo.

Su poesía muestra los gustos y sentimientos de su época, en forma refinada y elevada, abundando los elementos decorativos y las resonancias musicales. El arte es convertido por su pluma en un triunfador sobre el amor, y también sobre la naturaleza, restableciendo el orden y la armonía, cuando lo natural se presenta caótico.

Es también un poeta cívico, exaltando héroes y hechos nacionales, tomando una posición crítica, con respecto a la realidad socio-política.



Figuran entre sus creaciones: "Abrojos", "Canto épico a las gloria de Chile" y "Rimas", dedicada a Bécquer, todas de 1887. En 1888, "Azul...", surgió de su romántico pensamiento, para exaltar el amor. Este fue el libro que lo consagró como creador del modernismo. En 1896-1901, "Prosas profanas y otros poemas", consagraron el triunfo del arte por sobre el amor. En 1901 publicó "Peregrinaciones".

“Juventud divino tesoro
Ya te vas para no volver
Quando quiero llorar no lloro
Y a veces lloro sin querer”
― Rubén Darío

Rubén Darío estaba llamado a revolucionar rítmicamente el verso castellano, pero también a poblar el mundo literario de nuevas fantasías, de ilusorios cisnes, de inevitables celajes, de canguros y tigres de bengala conviviendo en el mismo paisaje imposible. Trajo a un idioma que estaba en tiempos de decadencia el influjo revitalizador americano y los modelos parnasianos y simbolistas franceses, abriéndolo a un léxico rico y extraño, a una nueva flexibilidad y musicalidad en el verso y la prosa, e introdujo temas y motivos universales, exóticos y autóctonos, que excitaban la imaginación y la facultad de analogías. Y acabó siendo, en definitiva, uno de los grandes renovadores del lenguaje poético en las letras hispánicas.

Regresó a Nicaragua en 1915, a causa del estallido de la Primera Guerra Mundial, pero el alcohol y la enfermedad erosionaron su cuerpo y falleció en León (Nicaragua), el 6 de febrero de 1916.



Para saber más del autor:
Goodreads: Rubén Darío

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